

1. Desconocimiento de las técnicas de organización.
Nadie nace sabiendo cómo ordenar y organizar. Se nos dice que lo hagamos, pero no se nos explica como hay que hacerlo. Vamos copiando lo que vemos en las tiendas de ropa, en las películas, pero en realidad no se nos explican las técnicas de organización.
2. Almacenamiento insuficiente y/o impracticable.
En el mercado encontramos infinidad de opciones de armarios, estanterias, etcétera, pero el 90% están pensadas para quedar bien por fuera, no por dentro: pocas baldas, alturas para gigantes y rincones inaccesibles.
3. Gestión del tiempo inadecuada.
Queremos hacerlo todo, llegar a todo y cumplir con todos. Pero no es posible. El tiempo no deja de ser el mismo. Debemos establecer prioridades, identificar los ladrones de tiempo y eliminarlos, establecer objetivos, delegar y planificar nuestras actividades diarias.
4. Cambios vitales.
El orden es personal, subjetivo y cambia a lo largo de tiempo, según nuestras prioridades. Y a lo largo de la vida, hay todo tipo de cambios. Los que más alteran el orden y la organización ya existente son los cambios vitales, cómo la llegada de un bebé, la emancipación de los hijos, divorcios, la partida de un familiar, etcétera.
5. Problemas de salud fisica y/o mental.
Aunque sólo se trate de un resfriado, no tenemos la fuerza física para ponernos a ordenar. Ni los animos. Sea una enfermedad física, leve o grave, que nos impide movernos, o un trastorno mental, cómo por ejemplo la depresión, nos costará hasta el más mínimo esfuerzo y dejaremos el orden en el olvido.